Por un momento, nos transformamos en pescadores, chefs y arquitectos en tres diferentes estaciones.
En una estación, teníamos que pescar unos conos con una caña transformada con un aro y una cuerda. En otra estación, éramos cocineros, con una pala y un saquito le teníamos que dar la vuelta a la tortilla. Y en la tercera estación, fuimos constructores de la torre más molona y complicada, ya que teníamos que tener mucho cuidado y equilibrar los conos para que no se nos cayeran al suelo.
Jugamos por relevos y cada vez que hacíamos algo bien nos daban un punto, consiguiendo la friolera de 373 puntos entre las dos clases.
Terminamos con un desfile al son de la música, luciendo nuestras terroríficas vestimentas.
Aquí os dejamos un vídeo que recoge esta terrorífica y divertida actividad: